Título original: Ator l'invincibile
Año: 1982
Director: Joe D'Amato
Reparto: Miles O'Keeffe, Sabrina Siani, Ritza Brown, Edmund Purdom, Laura Gemser, Dakkar, Nello Pazzafini
Género: Fantástico
Subgénero: Espada y Brujería
Sinopsis: En una noche tempestuosa viene al mundo el hijo de Thor, destinado a destruir la trágica dinastía del Arcano, mediante la espada de Thor y el escudo de Mardok...
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Crítica:
Lo que tenemos aquí es un magnífico ejemplo de cómo no hacer una película de género, y es que Joe D’Amato no es precisamente el buen hacedor de películas artesanales (en el mejor y más tradicional sentido cinematográfico) que fue el bueno de Mario Bava. De hecho en los títulos de crédito iniciales el susodicho firma con el pseudónimo de David Hills, quizás temiendo represalias físicas o empresariales por la contribución de esta masa informe de la comunidad cinemátografica del momento. No obstante otros cineastas italianos infinitamente mejores como Bertolucci, Vicenzoni o el mismísimo Sergio Leone en el amanecer de sus respectivas carreras tuvieron la misma cautela con vistas al mercado internacional.
De todas formas, yendo al grano, desde los primeros compases de la película se empieza a apreciar cierto tufillo de cutredad en el ambiente que, inexorablemente, se va deteriorando con gravedad haciendo que el metraje restante sea una experiencia agónica afectando así a muchos niveles importantes: interpretativo, guionístico, dirección… Los aspectos técnicos obviables presentan un vacío cósmico pero se perdonan en el contexto de serie B (aunque el abecedario sigue y sigue señores catalogadores categóricos, esta cosa merece una letra más lejana). Además provocarán diversas sonrisas, muecas y risas diversas a los espectadores que contribuirán a una experiencia menos sufrida.
Una de las que más me ha molestado es la dirección actoral, parece que el joven Joe visitó muchos más gimnasios en vez de escuelas o gremios en busca de su Hércules particular. La declaración de amor de Ator es digna del más lúcido Tólstoi con una expresión circunstancial que quita el aliento. Señores productores si el presupuesto escasea hasta para prescindir de la sangre esfuércense en exprimir al máximo el factor humano que hace de las mejores películas de espada y brujería una marcada característica. Madres que tienen orgasmos durante partos complicados, padres impasibles al volver a ver a sus hijos al cabo de 10 años, guerreras con su sexualidad reprimida y profecías inventadas sobre la marcha hacen el resto.
La banda sonora a cargo de Carlo Maria Cordio tiene su punto sobre todo en la infinita repetición de la épica fanfarria inicial que luego “compensa” con la inclusión con un tema de “amor” ñoño, predecible y artificial.
Más no todo es malo, no desesperéis, la película aunque es un batiburrillo desordenado anticipa algunos detalles que tuvieron relevancia en el futuro como las panorámicas de paisajes espectaculares que pueden apreciarse en cualquiera de El Señor de los Anillos de Peter Jackson, la inclusión de un secundario de oro ( a ser posible pequeño, peludo y fácilmente adorable) que haga las delicias de los más pequeños que se vio en la Furia de Titanes de Ursula Andress (en realidad aquí aparece un búho dorado mecánico pero se le cogió cariño creedme) o los malos malísimos finales con fetichismos extraños.
De forma bastante descarada tienen lugar bastantes secuencias plagiadas de mitos griegos que tienen su gracia. De esta forma la empresa del protagonista lo quieras o no adquiere alguna semejanza con las andanzas de Ulises en la Odisea.
Especial mención merece la lucha con los guerreros de sombra, un recurso muy original que también fue hipertocado en la posteridad pero que reflejó un momento de lucidez del intrépido Joe (en serio esto es de corazón).
En fin, termino ya porque podría seguir despotricando sin parar hasta que Ator me amenace con el visionado de una maratón de pelis de las hazañas de su progenie (dada la química con su pareja en la historia puedo respirar tranquilo).
Nota: 4
Por Alex DeLarge.
Por Alex DeLarge.
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